Del pasado glorioso a la destrucción y al futuro esperanzador
El lugar en el que nos encontramos es el centro geográfico de los profundos cambios urbanísticos que se dieron en Eibar tras la guerra. Las destrucciones principales afectaron a los alrededores de la parroquia de San Andrés, el inicio de Arragüeta, el convento de las Concepcionistas de Isasi y toda la zona de Unzaga. La Dirección General de Regiones Devastadas cifró los daños en 140 edificios privados destruidos para un total de 840 viviendas afectadas. En septiembre de 1940 se valoró que el volumen de los desescombros de la villa ascendían a 97.000 metros cúbicos.
Reconstrucción de Eibar en la confluencia de Errebal y Julián Etxeberria (entonces denominadas María Ángela y Avda. del Generalísimo). © Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. Archivo General de la Administración. Fondo Dirección General de Regiones Devastadas, [signatura F-04190-014-001 Marqués de Santa María del Villar].
En 1940 se aprueba el proyecto de reurbanización partiendo del emplazamiento inicial, que va a estar mediatizado por la lentitud de la reconstrucción y la difícil orografía, todo ello combinado con la llegada de nuevos habitantes atraídos por el repunte de la industria. Por ello se proyecta una villa para 24.000 habitantes, dividida en centro, ensanche, zonas industriales y zona escolar y esparcimiento, aunque restará mucho para ser el modelo urbanístico prototípico debido fundamentalmente a la falta de espacio.
Eibar, un perfil asfaltado entre hierba y agua, se diseña en base a un centro urbano entre Isasi a Urkizu y otro núcleo serán los edificios e instituciones públicas. En ese espacio central se situarán las residencias de las clases medias y altas, mientras en las décadas posteriores se irán desarrollando construcciones de viviendas en las laderas del monte. Ante la falta de espacio en los márgenes del río Ego crecerán nuevos barrios que ocuparán las pendientes cercanas. Así surgirán espacios como Amaña, Urki, Ubitxa, Txonta, Legarre, Jardiñeta, etc.
Por un Decreto de marzo de 1940 Franco adoptará municipios de todo el Estado especialmente afectados por la guerra para reconstruirlos y Eibar será uno de ellos. En barracones habilitados junto a la escombrera de Azitain se ubicarán los penados que se encargarán de muchas de las obras de Eibar de esos años (casas de los bloques de Bidebarrieta, mercado de Errebal, cubrimiento del Ego en toda la villa para ganar espacio de construcción, urbanización del entorno de la parroquia, etc). En 1943 eran 125 los presos adscritos a este Batallón de trabajos forzados.
Final de la calle Toribio Etxeberria (entonces Dos de mayo). Reconstrucción del entorno de la parroquia de San Andrés. © Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. Archivo General de la Administración. Fondo Dirección General de Regiones Devastadas, [signatura F-04191-03-003 Dirección General de Regiones Devastadas].
En 1945 en Eibar se llegan a cifras de producción industrial de antes de la guerra, debido sobre todo al interés del Estado en poner en marcha los medios productivos anteriores a la contienda. En España en 1954 se supera la renta por habitante de 1935, casi una década después del caso de Eibar y con dos décadas de retraso con respecto al mundo desarrollado. En 1952 acaban los racionamientos, comienza la liberalización de precios, se estabiliza la inflación y se incrementan los salarios. La villa, que en 1940 contaba con 11.800 habitantes, llegará en 1960 a 31.700 y alcanzará su punto máximo en 1978 con 39.561. Actualmente Eibar lleva varios años con una población en torno a las 27.500 personas, que habitan una ciudad basada en los servicios y que mantiene su raíz industrial.
Imagen principal:
Reconstrucción de Eibar. Zona de la calle Dos de mayo destruida (actual calle Toribio Etxeberria). © Archivo Municipal de Eibar. Fondo: Indalecio Ojanguren.
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